Lucía cumplió ayer dos meses, y hoy la he tenido que llevar a la Consulta del Niño Sano, donde le han puesto 3 vacunas que me han dolido infinitamente más que a ella. Pobre Lucía, cómo ha sufrido, y qué habrá debido de pensar cuando tras un pinchazo venía otro, y no se había recuperado cuando venía otro. Quizá mi pobre niña no sabía si acabaría esa tortura, y quizá no entendería qué coño hacía yo allí si no era capaz de impedir que esa mujer de bata blanca le hiciera aquello. Mi pobre niña, la más guapa de toda la sala de espera, todo el día sonriendo, portándose super bien... para que llegue yo y la meta en esa consulta, y le hagan esa perrería. Yo he llorado con ella, y ahora sólo puedo pensar en qué podría hacer para compensarla. Hoy no la dejaré llorar ni un segundo más, pida lo que pida.
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