Anda que no agotan. Y sí: por mucho que el padre colabore, este marrón es de las madres. Porque ellos entienden más de bricolaje y todo eso (que yo reconozco que jamás he tenido que cambiar una bombilla en esta casa), pero cuando se hacen cargo un rato del bebé, invariablemente hacen cosas como preguntar eso de ‘dónde están los pañales’ cuando precisamente tienen la bolsa delante de sus ojos.
Por mucha voluntad que ellos pongan, hay que ver qué trabajito nos cuesta a nosotras poder escaquearnos un rato.
Invariablemente no encuentran nada, a pesar de que todo está en su sitio. Y de lo que se muestran absolutamente incapaces es de vestir a la criatura: ni saben qué ropa tiene, ni dónde está, NI DE QUÉ TALLA ES, NI DE SI ES DE INVIERNO O DE VERANO. Para saber lo que es el esperpento sólo hay que dejarles que vistan a la criatura por ellos mismos. Madre del amor hermoso.
Y no: no voy a poner una foto que ilustre este comentario, porque mi pobre hija no merece que haya testimonio gráfico de tal desastre.
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