¿Qué necesita realmente un bebé? A menudo creo que la sobreinformación está haciendo que nos perdamos un poco. Todas las embarazadas hemos descubierto la preñez como fuente de frikismo personal y estamos enfermas buscando a todas horas por la red ecografías de fetos que tienen la misma edad gestacional que el nuestro, para poder imaginar rasgos que no aceptamos que no revelará hasta que tenga a bien nacer… Nos hemos leído la Guía de Consejos de la Matrona, toda la bibliografía de Super Nanny, recibimos en casa la revista Mi bebé y yo, estamos suscritas a todos los boletines electrónicos relacionados con el embarazo.
Información, información, más información. Al hecho de que es algo nuevo en nuestras vidas, se suma el hecho de que es algo nuevo QUE HACE ILUSIÓN. Y buscamos, buscamos, buscamos. Pero, ay, ¿haber acudido a la educación maternal me garantiza que sabré respirar a la hora de la verdad? Porque me temo que lo de parir es algo que no se aprende, sino que sencillamente se hace “como puedas”. A diario me hago los masajes perineales que recomienda la matrona, pero realmente me pregunto si ha habido casos reales en los que el ejercicio de dicha práctica haya ahorrado una episiotomía.
Desde el principio del embarazo nos prohíben comer jamón, “para no pillar la toxoplasmosis”: ¿alguien ha escuchado hablar alguna vez de esa enfermedad, fuera del contexto del embarazo? Si no he pillado la toxoplasmosis en toda mi vida (comiendo de todo, jamón incluido), ¿por qué habría de darse la casualidad de que la contrajera durante la gestación? NUNCA, nunca en mi vida he escuchado de nadie que haya pasado esa enfermedad. Y a pesar de eso, confieso que desde que estoy embarazada, no he comido jamón que no haya sido previamente congelado. Sí, una intenta hacer las cosas lo mejor posible, intenta no faltar en nada a sus obligaciones de pre-madre, etc… pero, si te paras a pensarlo, todo esto parece más una tomadura de pelo que otra cosa.
Cuando mis hermanos eran pequeños, era prescriptivo acostar boca abajo a los bebés, “para que no se ahogaran en su propio vómito” si estaban acostados boca arriba. Me pregunto si era un hecho contrastado la posibilidad de que se ahogaran en su pota. Ahora es prescriptivo NO acostar a los bebés boca abajo “para evitar la muerte súbita”. Bien, al menos los bebés en el transcurso de esos años (no más de quince) ya han dejado de ahogarse en sus vómitos, por lo que parece… ahora lo que hacen es respirar su aire ya viciado, y morir. Morir de “muerte súbita”, un fenómeno del que se habla mucho, pero del que me temo que nadie sabe tanto y que más bien se especula.
En todo caso, nuestra inseguridad como futuros padres nos hace buscar información y pretender extraer normas inmutables, principios que seguir, instrucciones que nos hagan estar seguros de algo. Queremos cosas imposibles como saber identificar qué expresa nuestro bebé con su llanto, Y NOS VENDEN ESTAS EXPLICACIONES en todo tipo de guías y manuales. Y nos quedamos más tranquilos si nos dicen que ahora el bebé ha de dormir boca arriba (aunque nos conste que hace 2 días se proclamaba la moda contraria), que si llora de tal manera es que tiene hambre, y que los masajes que le quitarán el cólico se hacen así, así y así. Total: si nos hemos empollado bien la Guía de la Perfecta Primeriza, y si además no hemos comido jamón en nueve meses, ¿qué motivo puede haber ya para creer que hay algo que puede salirnos mal?
En fin, ya llegará. Llegará el momento de empujar y se nos habrá olvidado cómo se respiraba, pero en realidad sé que respiraremos, porque nuestro cuerpo está preparado para ello. No me repaso las clases de Educación Maternal (la verdad es que ni he tomado apuntes) porque en el fondo tengo más confianza en la naturaleza que en estos avances de la modernidad. Y llegará el temido momento en el que el bebé llore, y por mucho que digan los manuales, no habrá más remedio que ir probando con el método “ensayo-error”, para ver si es hambre, o sueño, o si quiere un pañal limpio, o si tiene frío, o si quién sabe. Toda la seguridad que nos ha proporcionado la teoría es ficticia, y es efímera. Aunque nada de eso impide que reconozca que todas las embarazadas, y yo también, hemos intentado buscar esa seguridad, y todo por la necesidad de pensar que podremos hacerlo bien.
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