Rollos patateros

domingo, 28 de marzo de 2010
Lo que sería una gilipollez es empeñarse en algo más allá de lo viable. Si ésta tras jalarse las dos tetas sigue con hambre, obviamente tendré que darle un biberón. Eso que dice la OMS de que lo suyo es darle teta exclusivamente hasta los 6 meses lo veo como algo totalmente irreal. Y eso que dicen de que la teta produce en función de la demanda del bebé, probablemente sea mentira. Todo mitos y lavados de cerebro. Cada uno llegará hasta donde llegue, y sea antes o sea después, a los biberones se llega, o sea que tampoco es trascendente.

En realidad se supone que tampoco habría que meterle infusiones de hinojo y se las metemos desde la primera semana, y se supone que tampoco habría que meterles cosas como el Blevit Sueño que le metemos. Pero ya se sabe: una solución fácil es siempre meterles lo que sea que solucione de forma inmediata sus problemas (y los tuyos). Lo ideal siempre es una cosa y lo cómodo siempre es la contraria. Pero la verdad es que no hago planes. Antes de que naciera sí pensaba que le daría teta unos meses. Luego a los 2 días estaba con grietas y mastitis, y, bueno, de no haberse curado la cosa en un par de días, habría tenido que dejarlo por ser sencillamente insoportable. Y vendría la OMS y todas las matronas del mundo a llamarme mala madre.

Yo en el embarazo leía y escuchaba lo que decían los profesionales y desde que parí me he dado cuenta de que parecen no conocer los problemas reales a los que hay que enfrentarse. Se supone que es malo darles chupete, pero yo a Feti se lo metí en la boca a los 3 días. También se supone que yo no debería usar pezoneras, pero si no lo hiciera me destrozaría las tetas. Que ponga otro sus pezones en la boca de Lucía y luego opine. La crema que usé para curarme las grietas tampoco era la recomendada, pero al menos fue una que me curó los agujeros, y no la mierda esa de lanolina pura que será muy sana pero que no servía para nada. Y se supone también que siempre que el bebé llora hay que cogerlo, pero yo sencillamente me niego. Por la noche la mezco en el carro hasta que se duerme y a tomar por culo. No doy para más. Los que dicen todas estas cosas, para mí que no han tenido hijos. También dicen que no les eches alcohol al cordón umbilical, pero ¿por qué no iba a echárselo, si con eso se le seca y se le cae? Yo se lo eché y Feti perdió el cordón en 6 días. También dicen que los puntos se curan solos, y yo me pregunto: ¿entonces para qué sirve el Betadine vaginal? Vamos, yo porque no tengo puntos, pero si los tuviera, y unos cojones iba a no echarme potingues para curarme, ¿estamos locos? Pues así todo: la nueva corriente de matrones y profesionales relacionados con la maternidad todo lo que dicen es cosas así, que no van a ningún lado. También recomiendan ahora que no se use faja posparto. Pero con lo que me dolía todo el cuerpo después de la paliza del parto y del cambio de centro de gravedad, ¿cómo iba a dejar de usar algo que me arreglaba los dolores y me hacía sentirme más cómoda? Yo antes de parir, como no sabía de lo que iba la cosa, escuchaba. Pero en cuanto parí me di cuenta de que todo era un rollo patatero. Y entonces empecé a entender que las personas reales que se han enfrentado a problemas reales, han necesitado SOLUCIONES y no rollos patateros.

Creo que lo único cierto con respecto a lo de tener hijos, es que cada uno se apañe como pueda. El que no soporte dar leche materna, o el que no pueda soportar a su hijo sin chupete, o el que no sea capaz de sobrevir si no le echa anís del mono en el biberón, etc., pues qué le va a hacer. Los problemas reales están ahí, y la suerte es que hay inventos y avances con los que se pueden atajar. Por ejemplo: dentro de las leches de fórmula hay algunas con propiedades saciantes. Y ¿por qué existiría algo así de no ser porque las madres necesitan meterle al bebé un biberón a las 10 de la noche y que se quede frito hasta el día siguiente?

De todas formas de todos los rollos patateros que tienen, lo que más gracia me hace es que recomienden parir sin anestesia. Anda y que se vayan a tomar por culo, ¿a quién se le ocurre pasar por semejante salvajada a pelo por su propia voluntad? Que sí, que seguramente es más natural, más sano, más guay y más alternativo parir "a lo natural", pero que lo hagan ellas y que lo haga su puta madre, y cuando vayan al dentista a sacarse una muela, que pidan también no ser sedadas, que mola más. Vamos, a mí se me figura. Después de saber lo que duele, ni de coña se me ocurriría preñarme otra vez, para correr el riesgo de que no me puedan poner la epidural, ¿estamos locos? El dolor es absolutamente inhumano. Y sería de imbéciles no ponerte una anestesia con la que puedes parir sin sentir NADA.

Total, que no hay que escuchar nada de nadie, cada cual tire como más cómodo le resulte. En general Lucía duerme bien por las noches (aunque tarda en coger el sueño), y come bien y todo eso; pero, si no fuera así, ¿de qué sería yo capaz? A SABER.

Se acabó lo que se daba

martes, 16 de marzo de 2010
Qué miedo pasamos anoche. La colega se tiró lo más grande chupando y chupando. Eran las mil y seguía chupando. Se apartaba de la teta, gritaba, se tiraba a la teta y chupaba con más fuerza. Hasta que me di cuenta de cuál era el problema: ¡ya no había ni gota de leche! las tetas totalmente flojas, la niña que chupaba pero no se la oía tragar porque no había más que tragar, la pobre histérica tirándose a la teta una y otra vez, en fin, un planazo. Hasta que le hicimos un pedazo de biberón de leche de fórmula, y ahí fue donde pasamos miedo, porque la colega después de zamparse las dos tetas, JALABA COMO UNA POSESA, mientras sus padres nos mirábamos acojonados, en fin...

Y por fin se quedó frita (ahora tengo miedo del próximo mojón que eche), tras meterse una cantidad de biberón que no sé yo si cabe en su estómago, en serio. Yo lo flipo. Para que luego digan que la teta produce leche en función de las necesidades del bebé. Y una mierda: eso dependerá de cómo trague el muy cabronazo.

Mi novio dice que a ver si es que me tengo que alimentar más para producir más leche. Yo, sinceramente, estoy comiendo con bastante normalidad aunque tengo mucha menos hambre que preñada (obviamente con ese alien dentro, no podía parar de pensar en comida). En cualquier caso, hay una realidad: yo en el parto perdí 8 kilos y desde que volví a casa, en estas 3 semanas he perdido 4 kilos, lo cual es un pasote, pero qué le hacemos: Lucía se está comiendo a su madre. Literalmente.

Coño, es que cuando estaba embarazada, no es ya sólo que tuviera hambre, sino que pensaba continuamente en comida: buscaba recetas en internet, disfrutaba cocinando e incluso haciendo la lista de la compra, la comida era mi tema favorito de conversación... y claro, todo eso se esfumó de repente en cuanto Lucía pasó de estar dentro a estar fuera. Ahora se alimenta de mí pero sin ser parte de mí, con lo cual mi interés por la comida ha cambiado, pero no así el suyo. A mí me parece sumamente surrealista, pero así son las cosas.

No sé cómo nos las apañaremos, igual por las noches hay que darle biberón porque después de todo el día chupando ya no me quedará nada en las tetas. Al parecer, para producir además hay que estar descansado, pero ¿quién coño duerme con un bebé de 3 semanas? Ay dios.

Ya sé que esto de tener un bebé es una cosa que hace todo el mundo. Pero la verdad es que no puedo decir que no sea complicado. Te pasas el día tomando decisiones sobre cosas con las que no tienes ni puta idea de si la estás cagando.

Cómo tragaba la tía, con los ojos como platos, gluglugluglugluglu sin respirar, y agarrada a la tetina con una violencia que acojonaba. Así me agujereó las tetas al segundo día de nacer. Demasiado poco hecha mierda estoy.

Infusión mágica eructadora

lunes, 15 de marzo de 2010
De todo lo visto y leído, aunque no lo parezca, ha habido una sugerencia de la que he podido sacar una enorme utilidad: las infusiones de anís bebidas por la madre para solucionar los problemas de gases de los bebés. ¿Y qué bebé no tiene problemas de gases? Y lo que es un problema para ellos, es un problemón para nosotras: un bebé molesto es un bebé que llora, grita y NO NOS DEJARÁ DORMIR JAMÁS.

Una de las jodiendas de Lucía es que por lo normal come hasta que se queda frita en la teta. Y claro: cuando está dormidísima, ¿quién es capaz de ponerse a darle palmaditas en la espalda para que eructe, corriendo el riesgo de que se espabile? Cuando se ha quedado frita, como cualquier bebé, lo suyo es echarla a la cuna o al carrito y olvidarse durante un rato. Pero como tenga un gas, eso no es viable: al rato estará molesta, llorando y dando por culo...

Yo, de paso, aliño la infusión con otra planta medicinal para mejorar un poco el ánimo. Y la verdad es que desde que lo tomo, la cosa va mejor.

La receta completa es la siguiente:

-1 cucharadita de anís verde. Con esto, en primer lugar la madre se pondrá a eructar sus propios gases. A partir de ahí, ya ni siquiera tendrá que molestarse en darle al bebé las tradicionales palmaditas en la espalda para que eche los "airecitos". Con que la madre se tome el anís, el feto ya te eructa solo. Te eructará en la teta mientras le das de comer; te eructará mientras duerme; te eructará con más potencia que el padre y la madre juntos, te asustará y se asustará, pero eso qué importa. La experiencia demuestra que un feto eructado es un feto feliz. Con esta infusión eructadora, se acabaron los cólicos del lactante.

-1 cucharadita de Melisa. Gracias a sus propiedades tranquilizantes, la madre perderá menos los nervios y considerará a su feto un poquito más entrañable. Tampoco hay que menospreciar sus propiedades frente a la tristeza posparto, presente en un 60-80% de las paridas. Asimismo, al pasar al bebé vía teta, el feto está más tranquilo, lo que redunda de forma directa en la felicidad de la madre, cuya vida se convierte en soportable.

En definitiva: las infusiones de anís sí que son un básico que no puede faltar donde hay un bebé. Se puede pasar sin pijamas y acostar al bebé con el body; se puede pasar de usar sábanas y acostarlo sobre una gasa; se puede pasar sin cambiador y cambiarlo sobre la cama; etc., etc. Prácticamente todo es prescindible, ellos no conocen lo que existe en el mercado y, al no conocerlo, no lo necesitan. Pero una buena infusión eructadora sí que la recomiendo.

Cosas del parto: qué hartura

domingo, 14 de marzo de 2010
Si te vas a parir y no avisas a nadie, te la cargas. Todo el mundo se ofende mucho y quedas fatal por hacer tamaña barbaridad. Y si avisas aunque sea 2 personas (léase, tu madre y tu suegra), agárrate que ya te han dado el parto. Y es que la gente no entiende que para parir, una quiera estar tranquila y tener un poco de intimidad.

Ingresé por la mañana pero la cosa tenía pinta de alargarse Y ASÍ MISMO LO DIJIMOS. Dijimos también que no queríamos allí a nadie, y dijimos también que YA DARÍAMOS NOTICIAS CUANDO LAS HUBIERA. Bien, pues a todo el mundo le dio lo mismo. El teléfono no paró de sonar y no había manera de hacerle entender a la gente que:

-Punto 1: "no hay noticias, cuando las haya ya te las daré".
-Punto 2: "haced el puto favor de NO GASTARNOS LA BATERÍA DEL MÓVIL, estamos en un hospital y querríamos tener batería porque la vamos a necesitar".

Nada, pues que a la gente le da lo mismo.

Y lo mejor es la gente que se quiere plantar allí a verte parir. ¿Por qué? Pues porque a ellos les gusta eso. Da igual las veces que les expliques que NO QUIERES A NADIE ALLÍ. Casi se planta allí mi suegra, quería venir también mi cuñada, pero conseguimos evitarlo; a mi abuela y a mi tía conseguimos detenerlas cuando ya estaban prácticamente montadas en el coche (y se ofendieron de que les dijéramos que no vinieran: "ea, si os vamos a molestar...") No, hombre, cómo va a molestar... en realidad estoy frita por echar la dilatación con 12 personas alrededor mirando cómo me retuerzo de dolor, no te jode.

Total, que al final a mi madre no hubo manera humana de decirle que hiciera el favor de quedarse en su casa, y por sus cojones se tuvo que plantar allí. Era mi parto, pero a ella le da igual que yo no quisiera que ella estuviera: ella quería estar y simplemente eso era lo importante. ¿Qué pintaba allí? Absolutamente nada. Yo allí retorciéndome de dolor y ella allí sacando temas que me sudaban un pie, como por ejemplo el hipotético adelanto de las elecciones generales.

Allí estábamos los 3: mi novio, yo y ella. Yo a mi novio le necesitaba allí conmigo. El dolor era mío pero el parto era de los dos. Y es con él y con nadie más con quien tengo confianza como para gritar o llorar si me duele, y es él quien necesito que me apriete la mano si estoy jodida. El hecho de que estuviera allí mi madre cortaba el ambiente y nos privaba de la intimidad que necesitábamos, pues al final en contextos como ésos, más allá de la pareja cualquiera es un extraño, y yo, al verme con extraños, me sentía cortada y hasta me reprimía a la hora de quejarme de las contracciones, pues mi dolor era parte de mi intimidad que sencillamente no me apetecía compartir con nadie a quien yo no hubiera invitado a algo que se supone que era tan mío como mi parto.

Pero allí estaba ella. ¿Por qué? Por sus cojones. El resto no importaba. Y allí estaba el teléfono sonando. ¿Quién era? Pues mi suegra, mi cuñada, mi tía, mi abuela, la vecina y el de más allá. "Por favor, dejad de gastarnos la batería del móvil", pero nada, que le suda los cojones a todo el mundo todo lo que no sean ellos mismos.

Para acelerar las contracciones, salía al pasillo de la planta a caminar un poco. Y yo quería caminar tranquilita con mi novio. Pero nada, allá que se plantaba mi madre al otro lado a que paseáramos los tres. Joder. Yo estaba frita por que me bajaran a la sala de dilatación con los monitores, donde ya no dejarían entrar a mi madre, sino sólo a mi novio. Y mira que desde que te vas de la planta a los monitores, ya todo es desesperante. Pues lo que yo no podía soportar ni un minuto más era no poder tener intimidad para mi puto parto.

Y mira que avisé a poca gente. Y mira que se supone que lo dije claro. Pero no: no te dejan elegir cómo quieres que sea tu parto, porque los demás tienen que sentirse protagonistas, y les importa el papel que ellos desempeñen, y no cómo te puedas sentir tú.

La culpa es sólo mía por haberles concedido saber que ya iba a parir. Tenía que haber hecho lo que me apetecía desde el principio: llamar ya después, para decir "he parido".

No sé si volveré a parir, pero desde luego no vuelvo a pasar por lo mismo. Si me voy para el hospital, aquí no se entera ni el tato. Y que se ofendan lo que quieran, pero a mí que no me jodan, que ya bastante tendré con traer a mi hijo al mundo.

Obviamente, ocurrió

Por fin encuentro tiempo para contarlo. ¡¡Claro que ya parí!! Hace ahora 3 semanas, pero entre los primeros días en el hospital, y cogerle un poco el tranquillo a esto al volver a casa, se pasa el tiempo sin encontrar un hueco.

Todo ha sido tan genial que me cuesta creerlo! El sábado 20 de febrero era exactamente el día que “salía de cuentas”. Me dispuse a hacer mi vida cotidiana con normalidad, pero a las 9.40 h tenía consulta con el ginecólogo, el cual, cuando me exploró, me dijo: “mira, niña, estás de parto”, y yo le dije: “pero, ¿qué me cuentas?” y él, con cara de no poder creer lo que veía me dijo: “anda, tira, tira… ¡¡tira para el Maternal!!", a lo cual yo le contesté: “hombre, si me lo dice usted, que es un profesional… ahora, que menos mal que he venido…” Jajaja, así que me fui para el Hospital y efectivamente di a luz a mi preciosísima fetita.

No es que yo ese día no tuviera algunos dolores; pero llevaba un par de semanas con dolores, dilatando poco a poco en mi vida cotidiana. Había dilatado una tarde en la frutería, otra tarde en la cola de la caja del Mercadona, otra tarde dilaté un poco en El Corte Inglés. Las cosas venían así y yo las tomaba con calma, sin alarmas, simplemente suponiendo que cuando llegara el momento, lo sabría, si bien no estaba muy segura de cómo iba a poder saberlo.

En gran parte, tenía fe en parir el mismo día 20. Alguien tan disciplinado y cuadrado como yo no podía parir sino el día de salir de cuentas. De hecho el día de antes hice lo que llamé "la macro-compra de antes del parto", para que no me pillara el regreso del hospital con la nevera vacía. No quería creérmelo mucho pero era como si siempre lo hubiera sabido.

No diré que no duele. Pasé 2 o 3 horas mareada por el dolor y sintiendo que no podía más. Pero tuve suerte con todo: no había partos ese día, todo el personal del Hospital estaba pendiente de mí. Mis análisis de la epidural se habían perdido, y la gente que me atendió movió todo para solucionarlo, encargaron de nuevo los análisis de urgencia, hicieron todo para cuidarme y aliviarme. Y apareció la anestesista, una muchacha joven y guapísima que me pareció un ángel del cielo. Y el dolor pasó y ya no volvió.

Mi paso por el paritorio fue increíble. Parí en 5 minutos de reloj, y no es un decir. Fueron CINCO MINUTOS. Entré tan decidida y enflechada que mientras las matronas preparaban el instrumental yo ya casi había terminado. Y tuve la mayor suerte entre todas las suertes: escapé sin episiotomía, salí de allí sin puntos. Eso no le pasa a nadie, y me pasó a mí. Y me pusieron encima a Feti, que ahora se llama Lucía, y abría los ojos y me miraba, y espero no olvidar nunca aquello de sentir sobre mí el calor del fetito que llevaba 9 meses abrazando dentro de mi barriga.

Pesó 3.160, midió 50 cm., y en cuanto la vi me pareció Miss Feto 2010, igual le pasa eso a todas las madres, jajaja. Ya en la sala de recuperación me la puse en el pecho y empezó a mamar. Y en cuanto a mí, en cuanto me subieron a la planta, me comí una palmera de chocolate y me levanté de la cama como si tal cosa. Las dos absolutamente perfectas.

En pocos días nos hemos habituado a todo y me he recuperado increíblemente. Ya sólo tengo 2 kilos más que antes de quedarme embarazada, estoy llena de energía y me siento super bien. Lucía es tranquila, come bien, duerme bien, sonríe desde el segundo día, está fuerte y ya casi sostiene la cabeza, y sólo llora si de verdad tiene alguna razón de peso por la que quejarse.

Cuando acababa de parir, creía que lo estaba soñando todo. No podía esperar que parir fuera aquello, que todo hubiera salido tan bien. Ahora la miro y me sigue pareciendo que todo es demasiado increíble.